lunes, 26 de septiembre de 2011

El tiempo que pasamos con nuestros hijos

El otro día estaba hablando con una amiga mía y me explicaba las andanzas de un primo suyo, al que conocí hace años. Él y su mujer tienen un niño un par de meses mayor que Peque. Mi amiga me comentaba: “Pues se lo han montado súper bien, porque tienen una canguro que les cuida al nene toda la semana y todos los viernes se queda a dormir. Así ellos pueden salir juntos a cenar o de fiesta y al día siguiente ni siquiera han de madrugar porque la canguro está allí para encargarse del niño”.

Le contesté que sí, que qué bien se lo habían montado sin darle más importancia, pero me quedé pensando en ello…

Mi decisión de tener un hijo fue meditada, consciente y deseada. Sabía que mi vida cambiaría, que tendría otras rutinas y obligaciones, que todo sería distinto. No negaré que en cierto modo me daba miedo. He sido hija única, y aprecio mucho mis momentos de tranquilidad en casa yo solita. Me gusta leer, cocinar, ver películas, navegar por internet…Vamos, que no soy de las que se aburre en casa. Sabía que el día que tuviese un hijo eso cambiaría mucho. Y a decir verdad, a pesar de saberlo no podía imaginar hasta qué punto, porque Peque reclama mi atención constantemente (no se entretiene solo, me pide brazos, mimos e interacción continua). Pero lo que siento cada vez que me sonríe y me pide que le achuche compensa con creces todas las cosas a las que he tenido que renunciar temporalmente. Y a medida que crece voy encontrando pequeños momentos para satisfacer mis necesidades. Lo más difícil es lo de las salidas nocturnas. Desde que nació Peque sólo me he ido de juerga una vez, y porque era la despedida de soltera de una amiga y no podía fallar, sino, ni eso. Reconozco que no soy la persona más fiestera del mundo, pero por supuesto, me encantaría ir a tomarme una cervecita con mis amigos a la salida del trabajo. En vez de eso voy tan rápido como puedo a buscar a mi rubiales, porque me sabe mal que haya estado varias horas del día sin mí. Creo que en estos primeros años de su vida con quien necesita estar el máximo tiempo posible es con papá y mamá.

No pretendo juzgar a esos padres de los que me hablaba mi amiga. Los conozco, son un encanto, y estoy segura de que quieren muchísimo a su hijo. Simplemente, mi forma de entender la maternidad es distinta. Además, me doy cuenta de lo rápido que pasa todo. Habrá tiempo de sobra para hacer todas las cosas que me gustan. Ahora es el momento de estar con mi corazón.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo contigo, reina. No me parece que sea montárselo bien el "quitárselo del medio" Supongo que ellos se lo pierden, lo malo es que el niño también.

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  2. Si, definitivamente, que tu pequeñajo te despierte a las ocho de la mañana un sábado con sonrisa bobalicona y ganas de marcha no tiene precio, jajajaja!

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