lunes, 10 de abril de 2017

Vértigo y claustrofobia


Cualquiera diría que vengo a hablar de los últimos viajes de los que he disfrutado, pero sí, a eso vengo. Con nocturnidad y alevosía.


Lisboa

Una de las cosas buenas, muy, muy buenas que tiene estar casada con un hombre que es un crack en lo suyo es que de vez en cuando lo invitan a dar conferencias all over the world y puedo apuntarme de acompañante. Mi regalo de las pasadas navidades fue una escapada romántica a Portugal aprovechando que Mr. X tenía que dar una palestra en Lisboa. Romántica porque dejábamos a Peque aquí a cargo de una de sus madrinas (que tiene tres, cual Bello Durmiente). He de confesar que a pesar de que no es la primera vez que viajamos sin él, sigo odiando dejarlo. Y si además he de coger un avión, peor. ¿He dicho ya que odio volar?

Pero como le comentaba a Matt el otro día, cuando surge la oportunidad de pasar tiempo en modo binomio, te das cuenta de lo aparcada que dejas la relación en el maremágnum de crianza-curro-intendencia doméstica. Así que sí, a pesar de que detesto viajar sin Peque, luego sé disfrutar del regalo que es tener a mi hombre para pasear, descubrir sitios nuevos, hablar sin interrupciones cada cinco segundos y otras cosas divertentes.

Aunque el tiempo no fue todo lo radiante que hubiésemos deseado, Lisboa nos enamoró. Cada vez que nos cruzábamos con un tranvía sacaba una foto, modo japo on, pero es que son preciosos. Se respira un aire levemente decadente, pero la ciudad se ve cuidada, con azulejos lustrosos y coloridos en la mayoría de edificios. Nos fascinó el suelo, un empedrado que es perfecto para caminar. No tan perfectas para mis rodillas son las numerosas subidas-bajadas-escaleras que hay que sortear, pero ese es mi calvario único y personal. La comida merece capítulo aparte, ni un solo día comimos algo que no fuese excelente, y me sacié de pescado sabroso.



                                                   
Como apunte práctico, decir que vale mucho la pena hacerse con un pase de transporte diario. El primer día compras una tarjeta de cartón que puede recargarse durante un año como te convenga, y lo que conviene es el pase de veinticuatro horas, porque así puedes acceder a todos los tranvías, que son mucho más caros que el metro, con el mismo título de transporte. Al día siguiente recargas y listos. He de confesar en este punto, que nada más comprar la tarjeta, Mr. X y yo pasamos por un momento de capullismo máximo. En nuestra ciudad los títulos se validan pasándolos por una ranura en la puerta de acceso al andén, y al llegar a ese lugar nos volvimos majaras buscando la ranura. Inútilmente, porque no hay. Simplemente hay que pasar la tarjeta por una zona señalada en rojo y se abre la puerta.

                                      


Subimos en el elevador de Santa Justa (¡aquí también vale la tarjeta de transporte!), visitamos el barrio alto, el mirador de San Pedro de Alcántara, callejeamos, cogimos el 28 (mítico, recorre la ciudad con su traqueteo hipnótico), fuimos al Monumento a los Descubrimientos y también a la torre de Belém, a la que le tenía muchas ganas. Es bonita porque sí, pero ahí llegó mi momento claustrofóbico. En los sótanos de la torre hay lo que en tiempos fue una armería y cuando la cosa se ponía chunga, una prisión. La afluencia de turistas a la torre es brutal, y cuando de golpe me vi en una marea de guiris en el sótano con los techos bajos cayéndome encima y asfixiándome, me dio el telele y salí pitando para respirar aire fresco. Creo que si me dejan en un sitio así me finiquitan rápido, qué angustiazo. Pero eh, la torre es muy bonita.

Nos quedamos con las ganas de ir al castillo de San Jorge y de visitar Sintra, y además Peque fliparía con tanto tranvía parriba y pabajo, así que si se puede, algún día repetiremos con él.

                                      


País Vasco

El fin de semana siguiente teníamos planeada otra escapada exprés para dejar a la hermana mediana de Peque en el País Vasco unos días.

En algún momento de mi infancia, quizás con ocho o diez años, fui a esa zona del país con mis padres. Recuerdo el verdor, San Sebastián brumoso y haber ido hasta Biarritz en un día de lluvia (aluciné con los surfistas dándolo todo en un mar picado y lleno de espuma). Recuerdo también un cómic que me regalaron con un detective como protagonista. Y recuerdo la habitación del hotel en penumbra. Tenía ganas de volver allí como adulta.

Salimos el sábado después de comer e hicimos una primera parada en Calahorra. Llegamos bastante tarde, así que mucho no pudimos ver, pero comer, comimos como dioses en un restaurante que nos recomendaron cerca de donde nos hospedábamos.

A la mañana siguiente partimos hacia nuestro destino, y aunque a ratos la lluvia volvió a ser compañera de viaje, las nubes se disiparon lo suficiente para poder disfrutar del paisaje soleado y verdísimo de esa tierra.

Hicimos una primera parada en Idiazábal para comer, y porque nos hacía una ilusión tremenda llevarnos un cacho de queso autóctono para casa. Después de llenar la panza nos dirigimos a nuestro destino, Oñati, y nos dimos el regalo de alojarnos en una preciosa torre medieval que corona la villa.
Antes de la cena hicimos una visita al santuario de Aránzazu. Ahí llegó el momento vertiginoso. Se me ocurrió asomarme a una balconada y casi se me sale el corazón por la boca. Desde luego, no sé cómo tuve narices de subirme a un globo con lo mal que lo paso en los abismos. El paisaje es espectacular, aunque la edificación en sí me pareció extraña, como de peli futurista. Al día siguiente el sol nos hizo de cicerone por el lugar, y nos encantó a todos. Peque se encariñó de una locomotora que había en una plaza y que casualmente se había fabricado en Barcelona.

                            


Como era un viaje exprés tuvimos que volver antes de lo que nos hubiera gustado, pero no sin antes parar a picar algo en los Mallos de Riglos, que después de tanta ciudad Mr. X tenía mono de pedrusco.



Y hasta aquí nuestras crónicas viajeras. Abril no promete más desplazamientos, pero sí emociones fuertes, porque aquí la menda cambia de década en apenas diez días y Peque ya me ha largado (sin chivarse demasiado) que algo se cuece…






12 comentarios:

  1. Yo tengo muchas ganas de ir a lisboa... pero no se cuando se dará la oportunidad, el que no tengamos los dos trabajo limita mucho y ya se está eternizando la cosa. Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues ojalá se alineen los astros y podáis ir, seguro que lo disfrutáis muchísimo.
      Besotes!

      Eliminar
  2. Jo! Me apasiona Lisboa! Que ganas de volver... y cierto: se come genial y tiene un encanto muy especial, desde el norte hasta el sur. Por el País Vasco estuvimos de ruta hace tres o cuatro años, con la peque, así que lo añoro menos.

    Abrazos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nos hemos puesto las botas, que comida más rica... Si podemos, volveremos, sin duda!
      Muas!

      Eliminar
  3. Lisboa me pareció sucio e inseguro, sumado al ataque de vértigo en Santa Justa no guardo buen recuerdo. Tendré que volver que todos hablais muy bien.
    Y vamos a ver, que habéis estado por mi tierra y no has avisado????

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mr. X tampoco tenía buen recuerdo -fue hace muchos años- y le sorprendió verlo todo cambiado y cuidado, así que te animo a ir!
      Lo primero que le dije a Mr. X cuando supimos que teníamos que viajar al norte era calcular a cuánto quedaba tu city, pero la escapada era tan cronometrada que no cuadraba, joooo! Para la próxima, que quiero achuchar a la heredera si me dejassss! XD
      Besotes!

      Eliminar
  4. Lisboa fue nuestro primer viaje después de haberme mudado aquí. Nos enamoramos totalmente, comimos riquísimo y nos impresionamos de lo silencioso que era todo xD

    El País Vasco es uno los lugares preferidos de mis recuerdos, algún día llevaré al Sr. Torres, que nunca ha estado :D

    Si yu leiter! ^0^

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sin duda has de llevar al Sr. Torres!
      Y coincidimos plenamente en la opinión de Lisboa, quiero volverrr!!!
      Hasta luego! :D

      Eliminar
  5. Me ha dado claustrofobia hasta mí mientras te leía!
    Portugal y País Vasco están en nuestra lista de lugares por visitar. A ver cuando se puede! hay tantos sitios por descubrir!
    Felicidades por el cambio de ciclo! Ya nos contarás lo que se cuece (si es que se puede contar, ja)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que yo me lo paso bien allí dónde voy, como dices, hay tantísimos sitios que descubrir! :)
      Muas!
      PS: Gracias! :D

      Eliminar
  6. Qué ganas de viajar a sitios chulos da tu post.
    Y felicidades que, si estoy haciendo bien la cuenta, ya casi cumples ;)
    Me parto con lo de capullismo máximo, te voy a tomar prestada la frase jajaja

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cómo me alegra que el post dé ganas de viajar Bego!
      Y has calculado requetebien, gracias!!
      Muas!

      Eliminar